LAS BASES DE LA EDUCACIÓN
MEMORIA PSICOPEDAGÓGICA
BREVE MANUAL PARA PROFESORES
Juan Luis Ríos Mitchell
Zaragoza
2016
Depósito legal: Z-1789-2011
Corregido: 2016
INDICE
1 Introducción 9
2 La
educación 15
3 El
comportamiento 21
Estímulo-Respuesta: Modelo
EPREC 21
Aplicación a las técnicas de
trabajo intelectual 24
Modos BASICCoS 24
Aplicación a las técnicas de
trabajo intelectual 26
4 El
desarrollo personal 27
Lo importante 27
Las normas 27
Las emociones 27
El raciocinio 28
Otros conceptos 28
El Estímulo-Respuesta 28
La posición ante la vida 28
La psicología evolutiva 28
El grupo 29
Para saber más: El desarrollo
teórico 30
La Personalidad 30
Aplicación a las técnicas de trabajo intelectual 32
De qué está formada la personalidad:
Estructura
de la personalidad 32
Freud 34
Psicología Humanista 36
Psicología Humanista: estructura de
la personalidad: NIÑO natural 36
Las Emociones 37
Aplicación a las técnicas de trabajo intelectual 40
Las Caricias 40
Psicología Humanista: estructura de
la personalidad: PADRE 41
Aplicación a las técnicas de trabajo intelectual 43
Psicología Humanista: estructura de
la personalidad: NIÑO adaptado 44
Psicología Humanista: estructura de
la personalidad: ADULTO 44
El autocontrol 45
La autoestima 46
Aplicación a las técnicas de trabajo intelectual 46
El respeto 47
La motivación 48
A. Maslow 49
Otros modelos de motivación 51
La automotivación 52
La toma de decisiones 55
El Guión y los Juegos 55
El Grupo 57
El líder 57
La relaciones 58
El trabajo 59
La comunidad de investigación y de trabajo 60
La Posición ante la vida 61
La Psicología Evolutiva 63
Primer modelo 63
Síntesis de modelos 65
5 El
trabajo intelectual: bases y técnicas 71
La persona 72
El trabajo. Las técnicas. 73
Los permisos 73
Mínimos y máximos 74
Método de trabajo intelectual 74
Cuaderno de trabajo 78
Plan de trabajo personal 80
Plan de trabajo personal diario 80
El diálogo 84
Los esquemas 84
La evaluación 87
La evaluación como orientación 87
El proceso como evaluación continua 88
La globalización 89
La autoevaluación 90
6 El
desarrollo moral: los valores 93
La educación de la moralidad 93
Los valores 94
Creencias, actitudes y
valores 99
7 La
orientación 103
La orientación para la
elección de futuro 105
Principios Generales 105
Indicadores para la elección 107
La orientación en el fallo 109
Recuperación de alumnos de
Bachillerato con
dificultades de aprendizaje 109
Orientación a padres de
alumnos 113
8 Bibliografía 115
APÉNDICES 121
Apéndice 1: Orientación a padres
de alumnos. 123
Apéndice 2: Orientación a padres
de alumnos: Historia de la Filosofía. 125
Apéndice 3: Sistema y criterios de
evaluación. 137
Apéndice 4: Trabajo con creencias. 141
Apéndice 5: Ejercicios de diálogo
con criterios. 143
Fundamento 143
Aspectos prácticos 143
El moderador 144
El secretario 144
Ejemplos 145
Apéndice 6: Ejercicio de educación
moral con dilemas 153
Método de aplicación 153
Ejercicios con dilemas 154
1
INTRODUCCIÓN
Todo lo que un educador-profesor
debe saber de sí y de sus alumnos para orientar bien su trabajo parece un ideal
imposible de alcanzar por la cantidad de variables, personales,
institucionales, culturales, teóricas, etc., que concurren en su labor.
Por otra parte, nosotros, me
refiero a los profesores y educadores que estamos gastando desde hace tiempo
nuestra vida sirviendo a la sociedad en la educación, estamos educados moral y
socialmente, estamos formados, de un modo distinto al que viven nuestros
alumnos. No por eso estamos descalificados para tal tarea pero sí que se nos
exige una constante renovación, que no significa acomodarnos sin más a la moral
vigente. Bien lo dice Edgar Morin
en palabras dedicadas al ciudadano de hoy y que yo extiendo a los educadores:
“Somos criaturas del viejo sistema, que queremos, sin embargo, ayudar a
construir el nuevo sistema: uno de
nuestros programas debe ser nosotros mismos”.
Este manual pretende desmontar el
agobio que por estos motivos presentan a veces los educadores. Si bien es
cierto que la primera impresión que ofrece la función docente, bien llevada a
cabo por supuesto, es que se requiere tanta atención a estas cuestiones que
desborda las posibilidades temporales y económicas de los maestros, también es
verdad que cuando uno globaliza y se hace un esquema mental con una línea de
acción adecuada no resulta estresante sino, más bien, euforizante, es decir,
provocadora de ganas de meterse a fondo en el campo de la educación.
Con algunas reflexiones que sirven
como de recordatorio y de puesta al día, presento aquí las bases psicopedagógicas
que he ido empleando en mis años de docencia, especialmente en Bachillerato, de
ahí el subtítulo de Memoria Pedagógica, y que, pese a que alguna teoría podría
ser calificada por algunos como antigua, yo pienso que se mantiene vigente al
modo como Freinet y otros pedagogos notables llamaron invariantes y que para la
pedagogía marianista hemos llamado intenciones.
Así pues, es mi experiencia
personal plasmada en estas líneas, lo que me ha ido bien personalmente en mi
labor docente y, también, el reconocimiento de que no siempre he acertado en su
aplicación. Han cambiado los tiempos y la cultura, pero hay pautas para formar
la personalidad de los niños, hay estrategias de trabajo intelectual, (prefiero
llamar así a lo que suele llamarse “técnicas de estudio”), hay modos para
integrar a un joven en la sociedad de manera que llegue a ser en ella
participativo y creativo, que permanecen, mientras que otras necesitan quizá un
lavado de cara que permita reconocerlas hoy como importantes. Es cierto que otras
cosas habrá que darlas por obsoletas.
Voy a presentar, pues, una serie de
teorías pedagógicas que a mí me han resultado clarificadoras, asequibles y
útiles. Y cuando se trata de teorías pedagógicas bienintencionadas, si decimos
que no existe la teoría absoluta, la verdad educativa total, será justo decir
que tampoco existe el error absoluto, que pueden convivir varias teorías
asumiendo unas de las otras algunos aspectos relevantes.
Junto a tantas teorías oficiales y
de moda, si hablamos de enseñar a aprender, de contenidos, de procedimientos,
de valores, de competencias y de tantas otras cosas, tendremos que recordar que
el "librillo" del maestro honrado, resueltamente dedicado a su
labor, comprensivo y competente,
resulta también muy eficaz. Así, bueno será comenzar por el principio, es
decir, confiar en los educadores de verdad y prestarles el apoyo necesario
para, entre todos, llegar a la meta esperada, para que la educación hoy no sea
refugio de ineptos y aprovechados y afiance su dignidad.
La dignidad que una parte de la
sociedad actual, ciega con la dudosa idea del progreso tecnológico y económico
a ultranza como únicas parcelas en las que hay que progresar, olvidándose de
otras como la educación, tan importantes o más que aquellas, parece negarle. Y es que, bajo esta
perspectiva, la educación de niños y jóvenes, que no genera riqueza inmediata,
es postergada en beneficio de otras empresas más productivas.
Pero si pensamos realmente la
educación como algo más que la adquisición de unos cuantos conocimientos
frecuentemente poco útiles para la vida cotidiana y convertimos los
conocimientos inoperantes en competencias, si la pensamos como un proceso de
desarrollo y de capacitación permanente e integral de la persona,
necesariamente debe lograr el reconocimiento social. Porque, si bien seguirá
sin producir dinero, producirá personas íntegras y bien formadas para
desenvolverse ellas mismas en el futuro y obtener recursos para la sociedad.
Pero como ni siquiera esta bella
idea manifiesta toda la verdad, tendremos que contar con sus limitaciones y
seguir abiertos con paciencia a toda reflexión, venga de donde venga.
Así pues, quiero aportar mi
reflexión para ayudar a comprender la educación reduciendo su complejidad a
unos campos que formarían un modelo válido, entre otros: el campo del
desarrollo personal, de la autoestima, del crecimiento emocional, del
conocimiento de si mismo, etc. El campo de la libertad, de las decisiones, de
la moral, que desarrollaré como el
razonamiento moral, como la educación de valores. El campo del servicio útil al
individuo y a la sociedad, que desarrollaré como la orientación. Y el campo del
trabajo intelectual, en el que consideraré los mínimos para que este trabajo
pueda ser gratificante y eficaz.
Quizá algunos aspectos importantes
quedan fuera, pero sin duda podrán ser incluidos en alguno de estos con
facilidad, para poder hacer un paradigma completo de la educación.
Estas reflexiones se ofrecen como
algo que se ha pretendido vivir y en el marco de los "desideratum",
de aquello que echando la vista a lo lejos, a la altura, se aspira a lograr,
pero no dejan de mirar a la
realidad actual desde la que partimos y desde la que podemos progresar, son
ideas para sugerir una reflexión y un trabajo personal posterior.
Por lo general, son ideas surgidas
en el entorno de la pedagogía marianista,
que sostiene tanto la distinción entre instruir y educar como la necesidad de
una buena instrucción para una buena educación. Porque la educación es creadora
de cultura a la vez que posibilita a una persona integrarse en una determinada
cultura. Así, la educación integral se convierte en un trabajo prosocial que
beneficia a la persona que la posee como un tesoro
y beneficia a la sociedad que se enriquece con ciudadanos bien desarrollados,
competentes, creativos y participativos.
Esto tiene ciertas consecuencias,
aunque bien mirado serían condiciones previas para que se pueda lograr tal
tesoro, a saber, primero, la necesidad de una formación sólida y continuada de
los profesores, tanto en el campo intelectual, como en el social y en el moral;
segundo, la conexión del educador con el medio en el que vive, con el ambiente
familiar, social y cultural; tercero, la definición de un ideal pedagógico,
ideario o marco teórico acorde con la visión del hombre y del mundo que se
mantenga y el coraje para mantenerlo frente a modas pasajeras.
Estas son, pues, unas nociones para
ser trabajadas personalmente y por los departamentos de orientación, por los
equipos directivos, por los claustros de profesores, por los padres de alumnos.
Por eso, muchas ideas importantes perderán su valor si no son repensadas desde
la situación de cada uno y aplicadas según las circunstancias. Pero estoy
seguro de la capacidad de todos los lectores para pensar por sí mismos con el
pretexto de la lectura de la presente obra.
Por fin, como bien se puede
entender, no estamos en presencia de un tratado de psicopedagogía sino,
necesariamente, de unos pocos aspectos de pedagogía y de psicología hilvanados
de modo que puedan ser fácilmente interpretados por los lectores.
En el Segundo capítulo se presenta
una breve reflexión sobre la educación. En el Tercero, trataremos las bases del
comportamiento. En el Cuarto capítulo abordaremos casi exclusivamente el tema
del desarrollo psicológico del alumno, desde su personalidad hasta su modo de
estar en el mundo y de vivir en sociedad. El Quinto, abordará las técnicas de
trabajo intelectual, como un complemento al capítulo anterior y como una ayuda
necesaria para llevar a buen término el aprendizaje de la ciencia. Ocupará el Sexto
lugar, también en apoyo del segundo, la educación moral y de valores. Por fin,
el Séptimo capítulo se fijará en la función tutorial y orientadora de los
educadores, sospechando que, si debe haber un tutor y un orientador funcional
para cada grupo de alumnos, todos los profesores deben cumplir muchos de los requisitos señalados para
los tutores y orientadores.
Como este trabajo recoge el sistema
que yo he seguido en mis años como educador-profesor, labor que dejé hace
cierto tiempo, las referencias son de los materiales disponibles entonces, si
bien pueden ser de utilidad aún hoy día si no nos dejamos arrastrar por modas
circunstanciales y buscamos en ellas la palabra clave y pasamos por alto el
resto. También aparecen en la bibliografía buenas obras de psicopedagogía
actuales.