Tercer jueves de noviembre: día mundial de la FILOSOFÍA



     Celebramos hoy, tercer jueves de noviembre, el día mundial de la Filosofía.
    La Filosofía significa, etimológicamente, la atracción por el saber. De ahí que en el comienzo de la era filosófica, siglos V – IV a. C. en Grecia, se llamaran filósofos a los físicos, a los astrónomos, a los matemáticos, a los que iban más allá del conocimiento sensible, a los que buscan las respuestas en su propia razón y a los que las buscan en la experiencia y, luego, a los moralistas, a los sociólogos, a los antropólogos, etc.
    Sólo se requiere que este saber no sea de mera erudición, sino que cale hasta el fondo de la mente, que provoque una reflexión y expresión propia.
    Al filósofo, así entendido, sólo se le opone el necio, el que no desea conocer, el que se dice a sí mismo que ya sabe todo, que no necesita saber más, que ya no es su hora de aprender.
    Es impensable que algo que nos lleve a la sabiduría tenga una fecha de caducidad o se cierre en compartimentos estancos: el filósofo quiere aprovechar los conocimientos, vengan de donde vengan, globalizarlos, relacionarlos, para poder ofrecer su punto de vista sobre el mundo y sobre lo que nos pasa. Hoy, cada ciencia tiene su campo propio, pero se necesitan y se apoyan entre sí, y el filósofo debe estar al día de los descubrimientos de todas.
    A eso queremos invitar durante este curso a los alumnos y también a los padres que lo deseen en diálogo con los profesores: desde Sócrates, la filosofía es diálogo, con la naturaleza, consigo mismo y con los demás, a veces de modo verbal, otras, implícito.
    Para empezar,  podemos hablar de dos condiciones importantes, entre otras; una es tener algo de qué hablar, lo que exige cierto interés y atracción por lo que sucede en el mundo en el que vivimos y, otra, es el cuidado del lenguaje con el que inevitablemente expresaremos nuestros pensamientos.
    Pero una cosa es estar al día y saber por dónde va la ciencia de hoy y otra ser filósofo y químico y matemático y sociólogo y psicólogo y biólogo y teólogo  y todo a la vez. No, el filósofo las necesita para que su pensamiento no discurra en el vacío, pero su misión es interpretar para los demás, qué significa ser un ser humano, hacia dónde va la humanidad, cuál es el lugar del hombre en este mundo,  qué consecuencias se derivan de los caminos que va siguiendo la sociedad, etc., de acuerdo con todos los conocimientos, es decir, debe dar sentido a lo que somos y conocemos. Saber integrar, relacionar, todos los conocimientos disponibles es una tarea importante.
    Así, de este mundo en el que nos movemos, podemos reflexionar e integrar, al menos, sobre cuatro perspectivas: Qué es el mundo: La realidad. La verdad: El conocimiento. Qué somos: La antropología.  Cómo nos organizamos. La sociedad, la ética, la política, la estética, la economía, etc.

(Artículo en Heraldo de Aragón 15 noviembre 2012. JLRM)